- De 1 metro aprox. de largo (unos 85 a 90 cm) y grabado sobre el suelo, he aquí uno de los elementos más importantes del santuario prehistórico de Valjunquera.
- Está dibujado en dirección N-S con un error de 10º al W, como el resto de los elementos grabados en la ermita.
- Los dedos acaban en una pequeña cazoleta circular. La mano derecha está bastante deteriorada.
- Es una representación masculina del Cosmos, propia de una sociedad patriarcal.
El personaje astral es semejante al de La Fresneda, aunque el nivel artístico del de Valjunquera es inferior. A la mano derecha le suponemos 4 dedos, como el de la Fresneda, pues el estado de deterioro no permite apreciar exactamente su número (se puede dudar entre 3 ó 4 dedos).
Son aplicables las palabras de Amador Rebullida referidas a La Fresneda: "El surco vertical significa el eje del mundo atravesando el firmamento (...). La revolución del conjunto está indicada por los brazos en cruz, que tiene en sus extremos los siete astros móviles sobre el fondo de las estrellas fijas, separados en dos grupos: uno de tres elementos, Mercurio y Venus que nunca se apartan del Sol en su rotación; y el otro con los cuatro restantes, Marte, Júpiter, Saturno y Luna " (Amador Rebullida, Astronomía y Religión en el Neolítico-Bronce, Ed. Egara 1988)
El sistema Tolemaico, del siglo II y que será vigente hasta Galileo y Copérnico en el siglo XVI, no va mucho más allá en cuanto a la concepción del Cosmos: el Universo está formado por los cinco planetas visibles, más el Sol y la Luna. La Tierra es el centro del Universo. El sistema ya era conocido en Mesopotamia.
Siguiendo la descripción que hemos hecho de esta figura y las que conocemos de otras de figuras análogas, podemos descomponer la figura astral en las siguientes partes:
- la cabeza representaría la bóveda celeste; los dos puntos serían dos estrellas o constelaciones. Observamos que en la ermita están representadas (se explica en otro apartado) las constelaciones del Osa Mayor, Osa Menor y Orión; podrían ser dos estas tres constelaciones mencionadas o las estrellas más relevantes de ellas.
- el tronco representaría el eje del mundo, que une la Tierra y el Cielo. El concepto de eje del mundo es básico en las sociedades primitivas. Es el elemento de unión entre Cielo y Tierra, lo que permite pasar de uno a otra y sostenedor de la bóveda celeste.
- las manos representan los astros conocidos del cielo y su rotación.
- el círculo de la barriga es la Tierra. A destacar su ombligo (el ombligo del mundo), que es otro elemento básico en los sistemas de creencias primitivos. "Según la tradición mesopotámica, el hombre fue hecho en el ‘ombligo de la tierra’ (…) donde se encuentra también Dur-an-ki, el ‘lazo entre el Cielo y la Tierra’ "(M.Eliade, El mito del eterno retonro, Emecé editores). En el Rig-Veda (religión hindú), el mundo se crea a partir de un punto central. Para cada sistema de creencias, el ombligo del mundo es el territorio (o un punto destacado) donde vive la sociedad en cuestión; para las gentes del Matarraña, pues, el ombligo del mundo sería su propio territorio o algún lugar del mismo.
El paso a las sociedades patriarcales. Una breve explicación
El que el Cosmos sea masculino nos indica que se ha producido un cambio de gran calado: el paso de la sociedad matriarcal a la sociedad patriarcal.
¿Cómo se ha producido ésto? En el Neolítico, a un cierto grado de desarrollo económico corresponde el fortalecimiento del papel del hombre frente al de la mujer y la aparición de la propiedad privada. Conforme crecen los ganados, es el hombre quien los cuida y no la mujer. Al crecimiento económico neolítico le es inherente la guerra entre tribus vecinas: para garantizar los pastos a ganados cada vez mayores; para aumentar las zonas de cultivo con que alimentar a una población en crecimiento; en una fase más avanzada, para tomar prisioneros de la tribu vecina y hacerles trabajar (origen del esclavismo) ante la falta de mano de obra ... Y las guerras las hacen normalmente los hombres y no las mujeres (hay excepciones, no obstante). El botín de las guerras es lo primero que se apropian el jefe militar y sus ayudantes; el paso siguiente, basándose en la fuerza, es privatizar ganados y tierras de la propia tribu. El propio Aristóteles, en pleno desarrollo del Estado ateniense, dice que la guerra es una actividad económica más, junto a la agricultura o la ganadería.
El trabajo del hombre llega a ser, pues, mucho más productivo que el de la mujer. Se consolida así una aristocracia guerrera que llega a tener mucha más riqueza que el resto de la sociedad y detenta el poder político. La aristocracia guerrera va de la mano de la casta sacerdotal (a menudo puede ser la misma cosa), que justifica lo que está pasando con un sistema de creencias apropiado. Pasamos de jefes militares elegidos para hechos de guerra puntuales y asambleas populares que deciden a jefes militares consolidados que liquidan a esas asambleas populares.
Cuando ésto sucede, el derecho matriarcal y el papel relevante de la mujer en la sociedad están heridos de muerte. Es la gran derrota, con mayúsculas, de la mujer en la Historia de la Humanidad.
Consolidar una aristocracia por encima del resto de la sociedad exige que la herencia se haga por vía paterna. La mujer se "privatiza" y pasa a ser una servidora más del hombre. Ha pasado de tener un papel social e igualitario a tener un papel privado y subordinado. Se trata de garantizar la reproducción de esa aristocracia masculina. Las familias son comunidades donde, bajo el mismo techo, viven varias generaciones con el padre como jefe dominante.
Lo que conocemos como "Edad del Bronce" no es más que el momento de desarrollo de las sociedades de Europa Occidental y Oriente Medio en el que se afirma el dominio del hombre sobre la mujer, la propiedad privada y el dominio político de aristocracias que pueden dar lugar a formas más o menos evolucionadas de Estados.
El personaje astral de Valjunquera nos ilustra de que este gran cambio también se ha producido en la sociedad prehistórica del Matarraña.