Valderrobles. Ermita de Todos los Santos. La creación del mundo
No estamos hablando del grabado de Valderrobres, aunque lo parece. Se trata de la explicación que Isis da a su hijo Horus de cómo la Tierra está hecha a imagen de una mujer gigante tumbada en el suelo (Hermes Trismegisto, en el diálogo Kore Kosmu ó La Virgen del Mundo). Es una muestra de la pervivencia de elementos matriarcales en la religión egipcia. La similitud de la descripción egipcia y nuestro grabado de Valderrobres es asombrosa. Más aún cuando pensamos que entre ambos tuvo que mediar algún que otro milenio (el grabado de Valderrobres es más antiguo que la formación del Estado egipcio). Seguramente estamos ante el sustrato de un sistema de creencias en torno a la Madre Tierra, que tiene su origen en los sistemas de creencias de las sociedades neolíticas. |
Descripción del grabado Está situado a medio kilómetro de la ermita de Todos los Santos, de Valderrobres. Es un grabado sobre roca arenisca, de unos 85 cm de largo, que representa la Creacion del Mundo o la Renovación de la Naturaleza que está realizando una Diosa femenina. El grabado nos presenta la figura de un mujer tumbada, en orientación N-S. Son perfectamente reconocibles los pechos y el órgano sexual femenino. Este último está abierto (es decir, dando a luz) y no sigue la vertical del cuerpo de la mujer sino que está "enfocado" hacia el campo que viene a continuación de la roca: la Diosa está creando o regenerando la Naturaleza. Resalta el hecho de que la imagen no tiene brazos ni piernas. Hay que señalar el dibujo de dos vulvas femeninas, una al lado de la cabeza y la otra al lado de la barriga. En la parte inferior, una serie de líneas son difíciles de interpretar. Posiblemente sean una representación de la vegetación (la Naturaleza). En este caso, estaríamos ante un esquema que se repite hasta llegar a la religión católica: diosas griegas sosteniendo una ramita o santas católicas haciendo lo mismo (por ejemplo, Santa Tecla). En muchas culturas, la representación de Virgo (la Virgen) en el terreno astronómico. A medio metro de distancia, en algún momento alguien ha grabado una cruz para "cristianizar" el lugar. |
La Madre Tierra Desde hace 30.000 años y hasta la Edad del Bronce (segundo milenio a.n.e.), el hombre representa a sus “dioses” como mujeres. Con la agricultura y la ganadería, la mujer pasa a ser el centro de los sistemas de creencias. La Tierra es mujer porque nos da de comer dentro de un ciclo que se repite año tras año. “El numen central de la mitología vasca es de sexo femenino, su nombre es Mari o Maya (...) Hace funciones de oráculo, guía de los fenómenos climatológicos (característica fundamental para un país agrícola) y somete la naturaleza entera a su voluntad (ella misma es la naturaleza, una personificación de ésta). Mari castiga la mentira, la jactancia, la falta de ayuda al prójimo, encargándose, asimismo, de que se cumpla la palabra empeñada y, sobretodo, de que se lleve a término la voluntad de la madre. Igualmente, educa y transmite conocimientos (misterios) a la mujer.” (Los héroes de la mitología vasca – Txema Hornilla) Las primeras formaciones sociales jerarquizadas aún mantienen las diosas femeninas como las figuras centrales de su culto: Catal-Hüyük en Anatolia, Tepe Sarab en Irán o Creta, son casos claros. A medida que la sociedad se desarrolla aparece un personaje masculino, primero como compañero sexual de la diosa para luego desplazarla y convertirse en el dios-hombre de las religiones actuales. Así se aprecia en la religión sumeria, en que la festividad de Año Nuevo que anuncia la primavera presenta al dios Tammuz (la semilla) que ha muerto en la estación anterior (invierno) y que es resucitado por la Gran Madre (la Tierra). La unión de ambos, en medio de grandes fiestas y rituales, asegura la fertilidad de la naturaleza (la cosecha). El mismo esquema se repite en Creta, donde Zeus es el paredro masculino de la diosa y que finalmente la desplazará. “Entre los aztecas gozaba de gran veneración la diosa del maíz, Chicomecoatl, de la que se dice en un texto: “Ella es el compendio de la alimentación humana, que es como decir nuestra carne, nuestro sustento, del que vivimos y con el que nos desarrollamos. Si ella no existiera, nos moriríamos de hambre”.” (El mensaje de los símbolos – Manfred Lurker – ed. Herder, 1992) |
¿Es la Diosa de Valderrobres una Diosa Serpiente? La ausencia de brazos y piernas y la posición "estirada" para dar a luz (contrariamente a la forma de parir en las sociedades primitivas, que es en cuclillas), así nos lo hace pensar. Un texto de Pepe Rodríguez (Dios nació Mujer, Ediciones BSA 2000) habla de la Diosa Pájaro y la Diosa Serpiente. "Durante los milenios VIII a VI a.C., en la región del Egeo y los Balcanes, se la representó (a La Diosa) mediante una imagen dotada de un largo cuello fálico, un precedente que, en el paso siguiente, cuando la cultura neolítica del sudeste europeo llegó a su apogeo (c. 5.000 a.C.), sofisticó a la diosa -inspirándose quizá en el largo cuello serpentiforme de algunas aves acuáticas- para dar origen a la Diosa Pájaro y Serpiente, con diferentes figuraciones según las zonas y culturas, pero siempre bajo idéntica concepción simbólica. A esta diosa se la representa tanto bajo la forma de dos deidades distintas -Diosa Pájaro y Diosa Serpiente- como de una sola, la Diosa Pájaro y Serpiente. Las dos Diosas, Pájaro y Serpiente, tenían unas atribuciones tan íntimamente unidas que los símbolos que aparecen asociados a la serpiente y a la Diosa Serpiente son los mismos que acompañan a l as aves acuáticas y a la Diosa Pájaro. La función básica de la Diosa en su nuevo aspecto de Serpiente fue garantizar la continuidad de la energía vital y propiciar su regeneración en toda existencia agotada; un poder supuestamente posible en virtud de la analogía basada en la creencia universal que tiene por inmortales a las serpientes debido a que, en primavera, tras su hibernación, se renuevan a sí mismas a través de la muda de su piel. "Como símbolo, la serpiente representa la continuidad de la vida, y, al mismo tiempo, una conexión con el más allá, siendo muy probable que este tipo de creencia se remontase la Magdaleniense o fuese incluso mucho más antigua. Así, por ejemplo, entre la iconografía de los aborígenes australianos -recordemos que los primeros humanos modernos arcaicos ya habían llegado a Australia hace unos 55.000 años- figura una mujer en posición de parto -con grandes senos y vulva exagerada-, denominada "la vieja" o "la madre de todos" que, según el mito, llegó al norte de Australia, en forma de Serpiente y parió a los antepasados. (…) Consecuentemente, la Diosa Pájaro y Serpiente -ya fuese en su advocación unitaria o dual- fue tenida como la Señora de las fuerzas cósmicas generadoras de la vida, un título y simbolismo que heredarán todas las grandes diosas posteriores, como la Nintu sumeria, la Innana elamita, la Iscar acadia, la Nut egipcia, la Astarté fenicia, la Hera, Atenea o Afrodita griegas, etc.". En sociedades patriarcales aún son visibles rasgos de la Diosa Serpiente: "La relación de la serpiente con el poder regenerador de la Diosa siguió a lo largo del tiempo yo tdavía eran notoria en los casos como los de Hera o Hator. La griega Hera, diosa asociada con los pastos y el ganado ovino -Homero (siglo VII a.C.) la describió como böopis "la de la cara de vaca"-, recibía serpientes de terracota entre las ofrendas que se le brindaan en sus antiguos templos. La egipcia Hator, deidad con cabeza de vaca, diosa de la maternidad y protectora en el nacimiento y en la regeneración, antes de ser sometida al dios del cielo Horus había sido considerada como la serpiente primitiva que gobernó el mundo." (Pepe Rodríguez, Dios nació mujer, Ediciones BSA 2000).
La serpiente, pues, es considerada sagrada porque se regenera (muda de piel cada año) como el Cosmos, y porque vive en el interior de la tierra, que es fuente de vida.
En la Creta minoica la Diosa Madre es conocida como la Señora o Gran Dama del Laberinto o de las Serpientes, asociada a la fertilidad y la luna. Muestra de ello son las figurillas que representan sacerdotisas o diosas con una serpiente en cada mano.
En la religión griega la serpiente acompaña a algunos dioses, como es el caso de Asclepio; la serpiente se ha mantenido hasta nuestros días como símbolo de la Medicina. En el oráculo de Delfos la sacerdotisa Pitia realizaba sus augurios sentada sobre un trípode mientras la serpiente Pitón se enroscaba por todo su cuerpo. “Pitia” deriva de “Pitón”, y viene a significar “la sacerdotisa de la serpiente”.
Los faraones egipcios conservaron una serpiente en sus tocados.
En China la serpiente se asociaba a la Tierra.
Quetzalcotal (un dios ya masculino) es la Serpiente Emplumada de los aztecas, vinculado a la fertilidad de la Tierra, representando el ciclo muerte-resurrección; para los mayas, la figura la representa Kukulcán.
En las religiones plenamente patriarcales, la serpiente es la representación del mal: “la serpiente era la alimaña más insidiosa entre todos los seres creados por Dios” (Génesis 3,1). Satanás se disfraza de serpiente para tentar a Adán y Eva y provocar el pecado original y todos los males del mundo.
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Una sociedad matriarcal: los iroqueses
Se trata de una Confederación de 5 tribus (a las que sumó otra más en el siglo XII), que llegó a unos 200.000 personas antes de la llegada del hombre blanco y que se extendía por el N.E. de los actuales EEUU y S.E. de Canadá.
La iroquesa es una sociedad matriarcal neolítica, que vive fundamentalmente de la agricultura y también de la caza. Llegaron a elaborar una especie de Constitución o “Gran Ley de Paz”, en la que establecía que las mujeres estarían al frente de los clanes (poder políutico), mientras que los hombres (elegidos por las jefas de los clanes) eran los que dirigían la guerra contra las tribus vecinas (poder militar). Un Parlamento o Consejo de Representantes era el máximo órgano de la tribu. Todas las decisiones se tomaban de forma asamblearia por consenso. (fuente: Wikipedia)
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Otros elementos de interés de la ermita de Todos los Santos
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La ermita de Todos los Santos tiene abundante roca arenisca. Aparecen pequeñas cazoletas por todas partes, evidencia de la sacralidad del lugar mediante ritos de agua y, posiblemente, una manera de representar la multitud de estrellas del cielo. Es muy difícil (si no imposible) identificar que las cazoletas formen algún dibujo en concreto.
Pero hay dos elementos megalíticos que convendría estudiar. Los dos tienen apenas medio metro de altura.
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